el vagon de beni
El encanto de El Vagón comienza nada más llegar a la «estación».

Aunque muchos reneguemos de las tradiciones importadas desde los EEUU como Halloween o San Valentín, al final son legión los tortolitos que este viernes buscarán un restaurante donde cenar. En la última entrada ya os apunté dos de las direcciones más apropiadas para la ocasión –Fishka y El Cosaco, curiosamente rusos los dos-, pero me reservaba para esta semana el restaurante más romántico de Madrid: El Vagón de Beni. ¿Te imaginas un lugar mejor para una acalorada velada que el interior de un viejo tren de madera? Difícil, ¿verdad? La única pega que se le puede encontrar a un restaurante así es que no se encuentra exactamente en Madrid, sino en Hoyo de Manzanares, pero ¿vas a dejar que 35 kilómetros te alejen de un lugar tan especial como éste? El bueno de San Valentín nunca lo haría…

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Merece la pena escuchar los platos fuera de carta.

El empeño de Beni por dotar a su rinconcito de una atmósfera única empieza en el jardín, que recrea el andén de una vieja estación de tren. El interior de los vagones –el éxito ha llevado a Beni a restaurar un segundo vagón- es el escenario perfecto para el crimen que te ha arrastrado hasta aquí: disfrutar de una romántica cena. Los platos ayudarán, porque están bien ejecutados y presentados con buen gusto. Los camareros no tardarán en recomendarte algún plato fuera de carta que, en nuestro caso, fueron los que más nos convencieron: una crema de senderuelas deliciosa, y un revuelto de setas variadas con huevo poché espectacular. ¡Claro que, entonces era otoño y se celebraba unas jornadas micológicas en Hoyo de Manzanares!

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Un postre de primera: sopa de naranja con yogur y arándanos.

La mayoría de los platos de El Vagón son recetas clásicas interpretadas con un puntito de modernidad. Así, la ensalada de bacacalo ahumado se acompaña de romescu (18€), y el pulpo a la parrilla con ras el hanout (19€). Los segundos son contundentes, incluidos los pescados, como el bacalao confitado con sopa de ajo (23,50€) o el atún rojo con emulsión de tomate al tomillo y salsa de aceitunas negras (23,50€), ligeramente seco. El lomo de buey gallego con guarnición (27,50€) no pasa de correcto, y al pichón en dos cocciones con zanahorias en texturas, cebollitas a la trufa y su jugo (22,50€) le falta, como al atún, algo de frescura. Lo mejor viene al final con un postre para enmarcar: sopa de naranja con helado de yogur y arándanos (8€). Fresco, ligero y muy, muy sabroso. Junto a los primeros, lo mejor de la cena.

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El Vagón de Beni es, sin duda, el restaurante más romántico de Madrid.

Cenar en el interior de un viejo vagón como éste implica algún daño colateral a su idílico ambiente. El primero, la cuenta, porque los precios no son precisamente baratos. Imagino que el bueno de San Valentín no repararía en la cartera en una ocasión así, pero conviene ir avisados. El segundo, la escasez de mesas, así que conviene llamar con tiempo para asegurarse una reserva en fin de semana. Merece la pena, porque ya se sabe que hay trenes que solo pasan una vez en la vida, y el del amor es de los que no esperan.

Comida: Bien.
Comedor e instalaciones: Sobresaliente.
Servicio: Notable.
Ambiente: Sobresaliente.

Precio medio: 30-50€.

El Vagón de Beni
c/ San Macario, 6 (Hoyo de Manzanares, Madrid); teléfono 91.856.68.12 (Ver mapa culinario de los alrededores de Madrid)
http://www.elvagondebeni.es/